Es la tercera ciudad más grande de Francia tras París y Marsella, pero los traslados de un punto a otro no suelen superar los 30 minutos. Extiende una interesante oferta cultural y culinaria, pero sin las eternas filas a las que nos acostumbran las grandes ciudades europeas. Regala postales memorables en sus barrios más bohemios y burgueses, pero a pocos metros seduce con su colorido encuentro de sabores y colores multiétnicos. ¡Bienvenidos a Lyon!
Dos horas y tres minutos. Esa es la duración exacta del trayecto París-Lyon en TGV, el tren de alta velocidad francés. Es lo que demora también pasar del tradicional caos y ajetreo parisino a una ciudad que destaca por su amabilidad y orden.
Saliendo de la estación Part-Dieu, las opciones asoman de inmediato. Llegar al destino escogido dentro de la ciudad jamás será un problema. Las cuatro líneas de metro se combinan con tranvías y buses y permiten olvidarse de uno de los grandes dolores de cabeza de las grandes ciudades: el transporte público. A la oferta se suma Velo’v, el sistema de bicicletas públicas que ya cumple 10 años.
Conocidas estas coordenadas solo queda entregarse a la larga lista de bondades de la ciudad que vio nacer al célebre Antoine de Saint-Exupéry.
Lo primero es avanzar hacia el Ródano y el Saona, los dos ríos que la cruzan con sus riberas convertidas en anfiteatros perfectos para tomar una cerveza, pedalear de manera ininterrumpida o juntarse con amigos. Sobre sus aguas es posible subir a uno de los tantos barcos y casas flotantes convertidos en bares, pubs e incluso discotheques.
Antigua capital de la Galia durante el imperio romano, Lyon ha sabido renovarse conservando sus tradiciones y rincones que dan cuenta de su apogeo medieval. Para constatarlo se debe avanzar hacia el oeste de la ciudad. En el Viejo Lyon, el pequeño barrio de Saint Georges donde todo comenzó, el tiempo parece haberse detenido. Con sus calles adoquinadas y construcciones que comienzan a inclinarse hacia los lados, es uno de los sitios más privilegiados en Europa –junto con Venecia– para conocer los vestigios de la Edad Media y el Renacimiento.
Lyon es religión, seda e historia, pero también hay espacio para los colores del mundo en la Guillotière, el barrio de los inmigrantes. A un costado del Ródano se extiende una serie de calles en las que destacan los sabores árabes, el barrio chino y las peluquerías africanas.
Es aquí donde nace la tradicional Fourvière, conocida como “la colina que reza” y que obsequia algunas de las mejores panorámicas lionesas. Con sus cuatro torres y un campanario, la basílica que corona el ascenso mira sobre la ciudad desde el Siglo XIX tal como Sacre Coeur lo hace sobre París. A escasos metros, las miradas se encuentran con el Odeón, un anfiteatro romano del Siglo II que llegó a albergar a 11 mil personas con sus escalinatas de piedra y acústica perfecta. El recorrido termina necesariamente con una visita al Museo Galo-Romano ubicado en el mismo lugar.
Algo más al norte, la Croix Rousse es la otra colina imperdible de la ciudad. Pero aquí no se reza: esta es la colina que trabaja y en cuyas calles y pasajes serpenteantes se esconde una historia que convirtió a Lyon en la capital de mundial de la seda.
Para conocer su legado se deben recorrer los traboules, pasadizos construidos hace centenares de años con el objetivo de moverse más rápido entre los edificios y capear las lluvias. Hoy, abiertos para quien desee caminar por ellos, nos recuerdan la importancia de los canutos y sus magníficos talleres de techos altos.
Fue justamente aquí donde se iniciaron las primeras revueltas sociales en la Francia del siglo XIX, las que clamaban por mejores condiciones laborales. Hoy, la Croix Rousse es el barrio bobo y artístico de la ciudad, con grandes grafitis, clubes de jazz, salas de conciertos, pequeños teatros en cada esquina, tiendas de diseño y terrazas que invitan a bajar las revoluciones.
Desde aquí se observa, por ejemplo, el parque de la Tête d’Or, un imperdible que bien vale la pena visitar durante las cuatro estaciones. Su jardín botánico es un oasis de tranquilidad, con especies llegadas de todos los continentes. Un zoológico y una gran laguna con patos y botes a pedales completan el parque urbano más grande de toda Francia.
Lyon es religión, seda e historia, pero también hay espacio para los colores del mundo en la Guillotière, el barrio de los inmigrantes. A un costado del Ródano se extiende una serie de calles en las que destacan los sabores árabes, el barrio chino y las peluquerías africanas.
La burguesía lionesa se mezcla aquí con tiendas de kebabs y supermercados asiáticos. Los restaurantes vietnamitas se codean los japoneses, mientras grupos de magrebíes intentan llamar la atención de alguna mujer. Pequeñas tiendas bio que privilegian los productos locales y orgánicos completan una de las postales más atractivas de la zona.
Y es justamente la cosmopolita Rue de Marseille la que nos lleva hasta el barrio estudiantil. Con más de 120 mil alumnos, Lyon es la segunda ciudad universitaria de Francia, con tres universidades, escuelas de ingenieros y grandes écoles. Venidos de todo el país, los jóvenes se apoderan con sus bicicletas y patinetas de un barrio en el que todo parece estar construido para ellos. Librerías de segunda mano, restaurantes universitarios y grandes bibliotecas son utilizadas por los locales y por miles de extranjeros que llegan aquí a aprender francés con alojamientos algo más baratos que en París.
Sin una cartelera intimidante como la de grandes capitales, la oferta cultural lionesa no se queda atrás. A los pequeños teatros emergentes de la Croix Rousse se suman la Ópera con su renovado edificio y la Maison de la Danse, que ofrece todas las semanas nuevos espectáculos llegados desde cada uno de los continentes.
El Museo Gadagne, en el Viejo Lyon, recorre al detalle la historia de la ciudad, mientras el Museo de la Confluencia es un edificio imponente y recomendable para ver cómo un barrio completo –aquel que se forma en la unión de ambos ríos– puede renovarse para pasar de una zona conocida por la prostitución a una de comercio y cultura. Con restaurantes, bares y grandes espacios peatonales, la zona ya comienza a competirle en onda y popularidad a la antes imbatible Croix-Rousse.
Punto aparte merecen las bienales de danza (años pares) y arte contemporáneo (impares), paradas obligadas en el calendario cultural europeo, con muestras que sorprenden por su vanguardia.
Cada otoño, en el mes de octubre, es también el momento del festival de cine de Lyon, el que en sus últimas ediciones ha homenajeado a Quentin Tarantino, Pedro Almodóvar y Martin Scorsese, entre otros.
Ostentar el título de capital gastronómica es doblemente meritorio si el país en cuestión en Francia. Los más osados se atreven a llamarla la capital gastronómica del mundo.
Como sea, la marca registrada de Lyon son los bouchons, tradicionales restaurantes nacidos el Siglo XVI en los que se pueden degustar los platos más tradicionales de la zona. Los verdaderamente originales cuentan hoy con un reconocimiento distinguible para evitar imitaciones.
Apoyados por las regiones ganaderas cercanas, los pescados de los lagos de Saboya y las frutas y verduras de la zona, los más de mil restaurantes lioneses se han hecho mundialmente famosos por sus embutidos y quesos, la tripa rebozada, el estofado de lentejas y la quenelle, una especie de albóndiga ovalada hecha a base de pasta choux. Los platos, como corresponde, son tradicionalmente servidos con vinos de las zonas de Beaujolais o Côtes du Rhône.
Los bolsillos más modestos pueden comprar los mismos ingredientes en una de las tantas ferias que se instalan a diario en cada barrio de la ciudad. Variedades interminables de quesos y aceitunas, panes de todas las formas y tamaños y platos preparados de diversos países hacen un gran paseo un sábado o domingo antes del almuerzo.
El festival de las luces
Hay una semana en el año en que el desmadre se apodera de las tranquilas calles de Lyon. Sucede durante cuatro días a inicios de diciembre, para la Fête des lumières.
Es de esta manera que la ciudad le agradece a la Virgen María su protección durante la plaga de la peste que afectó al sur del país en 1643. A las miles de velas que se prenden en las ventanas de cada casa y procesiones que suben a la Fourvière se suman espectáculos al aire libre que incluyen rayos láser, juegos de luces y mapping sobre los principales edificios públicos.
Tras los atentados de noviembre en París, los festejos de 2015 se suspendieron y fueron reemplazados por sobrios homenajes a los fallecidos. Se evitó así que más de cuatro millones de personas deambularan por las calles de la ciudad.
Fútbol, fútbol, fútbol
Los fanáticos del fútbol en Lyon están de fiesta. Las primeras semanas de enero se inauguró el estadio que reemplazará a Gerland, la tradicional cancha que durante 90 años acogió al Olympique Lyonnais, el OL.
Y será justamente aquí, en el flamante Stade des Lumières, con capacidad para 59 mil personas, donde se jugarán seis partidos de la Eurocopa 2016, incluida una de las semifinales. El puntapié inicial está previsto para el 13 de junio con el duelo entre las selecciones de Bélgica e Italia.
* Publicado en Tendencias, de La Tercera, sábado 23 de abril de 2016
Evalúa este texto
( votos)También te podría interesar
Más de Viajes
Netflix revive las historias de hechiceros y caballeros en Maldita
Con elenco diverso y una protagonista femenina, hoy llega la ambiciosa serie inspirada en Nimue y el Rey Arturo. Desde …
Medios chilenos en pandemia: el oso sobre el trozo de hielo
La prensa tradicional se cae a pedazos, pero prefiere ignorarlo. Se queda sola, triste, aislada del resto del mundo, como …
Hoy era el día
Hoy era el día en que madrugaríamos tras una eterna noche insomne para nuestra cita con la historia. Nos pondríamos …
Los medios chilenos tras el estallido: entre la marcha y la pared
“Los medios apuntan, los pacos disparan”. “Las paredes hablan lo que la prensa calla”. “Los pacos matan, la tele miente”. Entre …
Chile cambió
El 18 de octubre de 2019, Chile cambió para siempre. De un día para otro, los muros comenzaron a gritar …
La nueva “agenda verde” de Piñera: cronología de un año en caída libre
Piñera olvidó el medioambiente y reemplazó su agenda verde. Ya no era el verde de los árboles y las plantas, …