Hoy era el día en que madrugaríamos tras una eterna noche insomne para nuestra cita con la historia. Nos pondríamos nuestras mejores ropas y saldríamos con esa ansiedad de lo que se ha esperado por tanto tiempo.
El día en que con solo mirar a los ojos a nuestros vecinos sabríamos si en su mirada había esperanza o resignación. El día en que tras 200 años nos pondríamos pantalones largos y dejaríamos de ser tratados como mocosos. El día de la Dignidad, en mayúscula.
Hoy era el día en que almorzaríamos pegados a la tele y los teléfonos, en que llamaríamos a todos nuestros conocidos para asegurarnos de que ya fueron. Iríamos a buscar a nuestros padres para agilizar el trámite y nos despediríamos con un abrazo cómplice, confiados en que el siguiente abrazo nos lo daríamos en un país distinto.
Hoy era el día de la tarde eterna, de la espera interminable, de los relojes en cámara lenta. El día en que celebraríamos cada Apruebo como ese penal de Alexis en el arco sur para luego, igual que esa noche de julio, salir a aplaudirnos a nosotros mismos con ese gustito de saber que la historia nunca será la misma.
Hoy era el día en que el mundo nos iba a mirar con esperanza, en que los enviados especiales narrarían una historia redonda que tardó 6 meses en llegar a su desenlace. Un día con los titulares prácticamente listos esperando solo el cómputo final, la confirmación de lo inevitable.
La historia dijo otra cosa y el último acto se alargó más de la cuenta. Estamos en pausa. Aguantando la respiración como los niños que entran a un túnel y no botan el aire sino hasta estar del otro lado. Ignoramos con certeza cuánto faltará para ver el primer asomo de luz, pero sabemos que el momento llegará, más temprano que tarde.
“Despiértame en primera”, decía la calcomanía de un chuncho somnoliento que me regaló mi padre cuando la U descendió a segunda división esa tarde de enero de 1989. Un año completo duró ese fin de semana perdido. Hoy, tres décadas después y conscientes de que la historia es nuestra y la hacen los pueblos, despiértenme cuando hayamos aprobado.
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