Le produjo canciones a Amy Winehouse, Lilly Allen e incluso Paul McCartney, pero hoy es dueño del hit más pegajoso del año. ¿Quién es el ex DJ del millón de amigos que todos consideran el más trabajador de la industria?
Una guitarra y una batería acompañaron a Mark Daniel Ronson desde su acomodada infancia en Notting Hill, Londres. Pero fue su temprana mudanza a Nueva York –con apenas 8 años y tras la separación de sus padres– la que selló su destino y posterior sonido. Fue en la Gran Manzana donde el inquieto Mark descubrió la cultura de los DJs y escuchó hasta el cansancio a talentos locales como Run-D.M.C. y Beastie Boys. Los primeros damnificados fueron los vinilos de su flamante padrastro –el guitarrista de Foreigner, Mick Jones– los que empezó a mezclar dando cuenta de su preocupación por los detalles y perfeccionismo. Ronson tenía 16 años y comenzaba a llamar la atención de oídos más avezados que se sorprendían al escuchar sus ajustadas mezclas.
Con más trabajo cada día, comenzó a pedirle a su hermana menor Samantha que lo reemplazara como DJ en fiestas y eventos. A diferencia de Mark, ella no lograría llegar a las portadas sino hasta su bullada relación amorosa con la actriz Lindsay Lohan varios años más tarde.
No ocurriría lo mismo con Charlotte, gemela de Samantha, quien tras graduarse de la NYU y hacer su práctica en “Harper’s bazaar” y “Rolling Stone”, comenzó su ascendente carrera como diseñadora de moda, presentando sus colecciones en las más prestigiosas pasarelas del mundo. Mark diría presente en cada uno de sus desfiles, dando cuenta de una generosidad que se convertiría en una constante en su vida.
De productor que cimentaba el éxito ajeno, Ronson pasó a ser el autor de melodías que cualquier estrella del pop habría deseado componer. A meses de cumplir los 40, ya casado con la actriz francesa Josephine de la Baume y con una agenda telefónica plagada de figuras que le debían un favor, se lanzó a materializar “Uptown special”, su cuarto disco de estudio lanzado en enero de 2015.
El gran colaborador
Mientras ellas hacían lo suyo, Mark se convertía el amigo que todos querían tener. Sus manos no modificaban el ADN de los artistas que producía. El DJ era un potenciador de sonidos, capacidades y estilos. Un perfeccionista que sacaba brillo a joyas ajenas.
En 2003, con 27 años y poco más de una década tras las tornamesas y perillas, Ronson se atrevió con su disco debut. Con la colaboración de artistas de renombre que ahora le devolvían la mano (Sean Paul, Jack White y Rivers Cuomo, entre otros), “Here comes the fuzz” tuvo una recepción tibia, pero selló un estilo que no abandonaría jamás.
Si al tomar alcohol se recomienda no mezclar para evitar un dolor de cabeza, Ronson hizo todo lo contrario en su coctelera sónica. Hip hop, soul, funk y rock tenían cabida en canciones que obligaban a ponerse de pie y bailar.
Le sucedieron dos discos más, “Version” en 2007 y “Record collection” en 2010, pero fue en su faceta de productor de otros artistas que Ronson se consagró definitivamente.
En 2006 fue Amy Winehouse quien contó con sus servicios en su alabado “Back to black”. El timbre de su casa no dejó de sonar más. Desde Adele a Robbie Williams, pasando por Duran Duran, Christina Aguilera, Lilly Allen o el mismísimo Paul McCartney, la lista de músicos que solicitaban sus genialidades crecía con cada nuevo corte que salía de sus estudios. Pese a los tres Grammy ganados por el trabajo con Whinehouse, Ronson mantenía los pies en la tierra. “Yo no le hice la carrera a Amy”, dijo más tarde. “Ella hizo la mía”.
Hasta que dio el gran salto. De productor que cimentaba el éxito ajeno, Ronson pasó a ser el autor de melodías que cualquier estrella del pop habría deseado componer. A meses de cumplir los 40, ya casado con la actriz francesa Josephine de la Baume y con una agenda telefónica plagada de figuras que le debían un favor, se lanzó a materializar “Uptown special”, su cuarto disco de estudio lanzado en enero de 2015.
La búsqueda por la perfección
1.490 kilómetros de carretera son los que separan las ciudades de Chicago y Nueva Orleans. Esa es la distancia que Ronson recorrió en su automóvil en busca de la voz perfecta para una canción del disco. El periplo –como casi todo en su vida– rindió frutos y fue así como recorriendo centenares de iglesias dio con la desconocida Keyone Starr, hija de un predicador cuya voz grabó en un estudio en Memphis.
Un esfuerzo similar hizo por contar con Bruno Mars, a quien persiguió durante 7 meses en sus intensas giras. Y lo hizo de nuevo. “Uptown funk”, primer single del disco que grabaron juntos, suma más de 350 millones de reproducciones en Youtube y tomó por asalto las listas del mundo entero.
Las letras de sus canciones también merecían una dedicación especial y y no se conformaría si no era con lo mejor. Así llegó al ganador del Pultizer Michael Chabon, escritor y guionista que terminó colaborando en 9 de las 11 composiciones.
La guinda de la torta rondaba su cabeza desde hace tiempo. Stevie Wonder tocando la harmónica coronaría con broche dorado una producción en la que no escatimó esfuerzos. “Su participación es probablemente el peak musical de mi vida”, afirmó orgulloso.
“¿Es Mark Ronson el productor más trabajador de la industria musical?” La pregunta se la hace la revista “Billboard” y la respuesta genera escasas dudas.
Uptown Mark
El revuelo tras el lanzamiento de “Uptown funk” fue inmediato. El sencillo se convirtió en el hit que los norteamericanos estaban esperando para calentar el invierno que se venía. Si antes Outkast lo consiguió con “Hey ya!” y Pharrell Williams hizo lo propio con “Happy”, Mark Ronson despachó una canción que se convirtió en clásico instantáneo, de esos temas que sabes que te acompañarán el resto de tu vida.
La interpretación en vivo de la canción en programas como “The voice”, “The Ellen DeGeneres show” y “Saturday night live” hicieron arder las redes sociales. Del otro lado del Atlántico, en su Inglaterra natal, el tema también era recibido con aplausos y un Brit Award al Mejor Single del Año.
Los amantes del deporte agradecerán la analogía. Ronson era el entrenador metódico que por años sacó lo mejor de sus jugadores y que hoy se atrevió a entrar a la cancha, echarse el equipo al hombro y convertirse en la figura del partido. Y de casos como este no sabemos todos los días.
* Publicado originalmente la edición de abril de 2015 de revista IN, de Lan.
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